“No lo siento”. Esperaba recibir una respuesta positiva. Aunque en realidad, siempre había sabido lo que me diría, pero pensaba que me merecía una oportunidad. Sin embargo, las lágrimas aún no asomaban a mis ojos. Le contesté con un seco “vale” y bloqueé el móvil. No quería recibir disculpas y caras tristes, cuando en realidad, a él no le pasaba nada. Apoyé la cabeza entre mis manos y luché contra las lágrimas. Pero el móvil vibraba insistente. Lo encendí y leí sus mensajes, llenos de disculpas falsas, pero no le respondí. Simplemente, cambié de conversación. Y ahí estaba, un chico que te llevaba apoyando desde que empezasteis a hablar. Simplemente le dije “Al menos no me ha chafado mi cumpleaños”. Pero él me entendió. Entendió que me había derrumbado. Yo lo acepté aquella misma noche, mientras un nudo se apoderaba de mi garganta y las lágrimas corrían por mis mejillas, acepté que se había marchado. Acepté que había perdido la partida. Y entonces, entendí que lo único que podía hacer era olvidarlo.
Este es el relato que escribí para el concurso de relatos de Amanda Mellark al que podréis acceder pinchando en su nombre. Bueno, que espero que os guste, y si habéis estado un poco pendientes a mi blog, sabréis de que va, cuando fue y esas cosas. Pasaos por el blog de Amanda es una orden y disfrutad del día ^-^
Por duro que suene del dolor se aprende y nos hacemos fuertes. También decir que me asombra la falsedad en las personas y aún más en las disculpas. Pero bueno, Keep Calm and Carry On.
ResponderEliminarBesos